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Crítica a 'Y todos callaron' de Toti Martínez de Lezea

Y todos callaron es la última novela de Toti Martínez de Lezea, una historia de amor, de diferentes tipos de amor, de amor del de verdad, del que no conoce la traición. El marco en que se desarrolla es, como en la mayoría de los trabajos de Toti, que también concedió el honor a mi querido Gijón de convertirlo en el escenario de una de sus novelas, en su Vitoria, aunque algunos de los acontecimientos tienen lugar en otras localidades del País Vasco, así como en comunidades limítrofes, como Cantabria o Castilla-León.

La novela comienza con el fallecimiento de la protagonista principal de la historia, Amelia Zabaleta Gómez de Segura, una mujer ya viuda, nacida a principios del siglo XX. Prosigue con la lectura de su testamento, en la que están presentes su hija Elvira, su yerno y los tres hijos de estos, al igual que las personas que fueron sus empleados y cuidadores hasta el último día de sus vidas, Felisa y Salvador.

En dicha lectura, un descubrimiento clave guiará el transcurrir de toda la novela. La difunta ha testado sus posesiones a sus dos hijos: la citada Elvira y un hijo al que nadie parecía haber conocido de un antiguo matrimonio de la difunta, que todos aparentaban desconocer, Miguel Aurra Zabaleta. Su hija Elvira, que no podrá disponer de ningún bien de la herencia hasta que no aparezca su medio hermano, contrata los servicios de un detective aficionado, Jon Martínez de Albéniz o Jontxu, el del kiosko, cuyo cometido es encontrar al ‘desaparecido’.

Obviamente, la única generación, ya diezmada, que podría conocer algo, se convierte en el objetivo principal de Jon. Sin embargo, encontrar a Miguel supone entrometerse en una época de la historia de nuestro país a la que dicha generación denomina ‘aquello’. Así que, en este sentido, Toti de nuevo nos ilustra con una novela histórica.Sin embargo, nos cuenta también la historia de una sociedad, la española, negada a convertirse en una sociedad moderna, donde las personas se refugian en poderes del tipo que sea con tal de no esforzarse y crecer apoyándose en las propias capacidades, por lo que Y todos callaron se nos muestra también como una novela capaz de hacernos pensar, de reaccionar.

Sin embargo, lo mejor de esta novela de Toti es el mensaje de optimismo que nos hace llegar. Paradójicamente el mismo título es una incitación a la esperanza, porque la autora no nos habla del silencio cobarde en el que inicialmente pensamos todos hasta casi los últimos capítulos del libro.

No voy a contárselo a ustedes, lean el libro, que merece mucho la pena, pero este es un silencio apoyado en un amor inmenso, en distintos tipos de amores. Toti nos descubre en este libre lo mejor del ser humano, una bondad ajena a credos políticos o religiosos, ajena a intereses, una bondad que espontáneamente surge aún de muchos seres humanos, una bondad ligada a diferentes tipos de amor, que diría Erich Fromm. Una bondad que reconcilia a cualquiera con la raza humana.



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© 2014 por Beatriz Junquera Cimadevilla. Con mi sincero agradecimiento a Wix.com

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