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Crítica a 'Tres días y una vida' de Pierre Lemaitre


Tres días y una vida es una nueva entrega de Pierre Lemaitre, el escritor francés de novela negra que se ha mostrado como un genio, especialmente en lo que al tratamiento psicológico de sus personajes y a la descripción de diferentes entornos sociales se refiere, en este caso una vez más sin la presencia del inspector Camille Verhoeven. Los hechos transcurren Beauval, a finales de diciembre de 1999, tras la desaparición de un niño: Rémi Desmedt.

Rémi Desmedt es vecino de otro niño, Antoine, quien observa cómo el padre de Rémi, mata a palos a su perro (de los Desmedt), Ulises. Antoine era una niño que, además de haber sido abandonado por su padre, que ahora tenía otra familia en Alemania, padecía maltrato escolar por parte de sus compañeros, pues el hijo del alcalde, Théo, usaba como objeto de su furia. Antoine se había construido una cabaña en el bosque, en las colinas de Saint-Eustache, con lo que había conseguido la aceptación del grupo, aunque Théo se la había atribuído. Un día a otro niño, Kevin, le regalan una Play-Station y, de nuevo, Antoine se ve abandonado. De regreso a su bosque, construye una nueva cabaña, a donde lo acompañaba Ulises, el perro de los vecinos. Y lo descargó sobre Rémi, quien falleció.

Antoine escondió el cuerpo y tuvo que vivir con pánico la búsqueda, pues, al hacerlo, había perdido su reloj. A pesar de los esfuerzos de la policía y los vecinos, la búsqueda resultó infructuosa. Rémi jamás apareció. Sin embargo, durante la misma, aparecen una serie de personajes curiosos: el médico del pueblo, la madre de Rémi y el colectivo social de la aldea, no menos curioso, entre otros personajes. Todos ellos nos permiten describir lo que continúa siendo, hoy en día, la vida en una aldea.

No les cuento más para no estropearles la lectura. Solo decirles que, a pesar de comenzar en 1999, el libro finaliza en 2015. ¿Por qué? Descúbranlo ustedes. Sin embargo, durante esos días de 1999 Lemaitre nos narra la vida rural tal y como se mantiene aún en los países desarrollados: “En sitios como Beauval, esas cosas cuestan: la gente odia a quien reelige periódicamente, pero considera al alcalde como un santo patrón y a su hijo como su delfín: esta jerarquía social se origina entre los comerciantes, se extiende a las asociaciones y, por ósmosis, penetra en las aulas de la escuela”. Esta frase es solo un ejemplo. Descubrirán muchas más. En cualquier caso, se trata de una realidad social donde lo que se defiende en público es absolutamente incoherente con la vida privada de las gentes, donde nada se llama por su nombre, si bien los problemas emergen de modo absurdo en cuestiones totalmente independientes.

Nos encontramos ante un libro más de la tradición de Lemaitre. En mi opinión, no es el mejor, pero eso sería colocar el listón muy alto. En cualquier caso, debe leerse. Es de lo más interesante e induce a la reflexión. Es entretenido: se narra tal como se ve Amélie, con esa gracia tan peculiarmente francesa. Por otro lado, es un buen punto de partida para entender algunos de los problemas de nuestra sociedad. ¡No se lo pierdan!



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© 2014 por Beatriz Junquera Cimadevilla. Con mi sincero agradecimiento a Wix.com

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